A la semana de inaugurar la 7º edición del Festival de San Sebastián, celebrada entre el 11 y el 20 de julio de 1959, el cineasta francés René Clair envió esta nota manuscrita al entonces director del certamen, Antonio de Zulueta y Besson, en agradecimiento al homenaje que el Festival le había rendido durante aquellas primeras jornadas junto al que se convertiría en el primer ciclo retrospectivo en la historia del certamen.
Aquella edición, que se había publicitado previamente en los Festivales de Cannes y Venecia a través de dos números especiales de su revista oficial, se presentó como una de las más aperturistas del certamen, anunciando, además del homenaje programado a René Clair, la programación de otro ciclo dedicado a ‘Los mejores filmes según Bruselas’, en alusión a la selección que 117 expertos habían realizado con motivo de la Exposición Universal de 1958. Posteriormente, aquel ciclo se vería mutilado por la censura franquista.
En aquella séptima edición, el Festival editó por primera vez también, además del catálogo general y de la revista diaria, dos publicaciones relacionadas con los ciclos que ofrecería durante su celebración, cuya tradición se ha mantenido hasta hoy: un libro dedicado a René Clair y al análisis de su obra y una extensa documentación en forma de cuadernillos agrupados con un estudio de cada una de las doce películas de Bruselas, escrito y recopilado por Carlos Fernandez Cuenca (director de la entonces llamada Filmoteca Nacional) en colaboración con el Cine Club San Sebastián.
Fue precisamente la labor cineclubista la que introdujo, de forma pionera, una de las señas identitarias del Festival tal y como lo conocemos hoy en día (que dos décadas después elevaría a su máxima potencia una sección como Barrios y Pueblos): la idea de acompañar las películas con un debate posterior, en forma de coloquio. Miembros del Cine Club San Sebastián, encabezados por José María Aycart, además de por unos jóvenes Javier Aguirre, Antxon Eceiza y Elías Querejeta, se encargaron de acompañar y moderar los debates que cada tarde se celebraban en el Club Guipúzcoa tras los pases matinales en el Salón Novedades de las películas programadas de René Clair, encuentros a los que no solo se sumó el cineasta galo, sino también personalidades como Luis García Berlanga, José Luis Borau, Miguel Picazo o Santiago San Miguel, como parte del III Curso de Estudios Fílmicos.
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