Cuando el cineasta Ricardo Muñoz Suay recibió el encargo de organizar la mesa redonda sobre Literatura y Cine en el marco de la vigésimo novena edición del Festival de San Sebastián, imaginó un encuentro con las más importantes personalidades. Pensó en Jorge Luis Borges, destinatario de esta invitación, y en otras grandes figuras que aparecen mencionadas en la carta: Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Juan Marsé, Octavio Paz, Julio Cortázar, entre otros. Proyectó, además, un intercambio entre escritores y directores, y sugirió incluir en el evento a Glauber Rocha, Raúl Ruiz y Fernando “Pino” Solanas. Las ideas que dieron origen a la ambiciosa propuesta están presentes en la documentación conservada en el archivo del Festival.

Un año antes, en 1980, la FIAPF le había retirado a San Sebastián la máxima acreditación de certamen competitivo no especializado. La celebración del Festival se puso en riesgo. En la publicación oficial de aquella edición, el mismo Muñoz Suay escribía bajo el título En defensa del Festival un texto en el que se preguntaba sobre las características necesarias del certamen, tanto de su programación como de sus actividades paralelas, para que su público lo sintiera propio.

La mesa redonda Literatura Latinoamericana y el Cine ocupó la portada del diario en aquella esperada jornada de 1981. El club nocturno KU fue la sede del encuentro, y escritores y cineastas se acomodaron frente a las mesas en la habitual pista de baile. La discoteca, convertida en biblioteca. “El acto, que acogió a más de una veintena de importantes personalidades relacionadas con el mundo del cine y la literatura, contaba sin embargo con notables ausencias que hubieran dado mayor interés a la reunión” escribió un periodista. La proyección inicial que la actividad había tenido desde su concepción perdía cierto impacto al momento de su realización. Pero Muñoz Suay iniciaba el coloquio destacando la importancia del encuentro: era una extensión cultural del Festival que buscaría repetirse todos los años. En la mesa participaron, entre otros, Román Gubern, Beatriz de Moura, Jorge Asís, Marco Ferreri y Guillermo Cabrera Infante, retratado en esta foto conservada en el archivo.

Con el título El folletín y el serial en entregas, la actividad volvería a realizarse en el año 1982. Mario Vargas Llosa abría el debate destacando la facilidad de adaptar aquel género literario al cine; la discusión continuaba en las voces de Manuel Puig, Paco Ignacio Taibo, Beatriz Guido, Néstor Almendros, Vicente Molina Foix y muchos más. En la edición de 1983, la mesa se centraría en la novela policiaca y el cine negro; Patricia Highsmith sería la gran invitada, y compartiría el encuentro con Samuel Fuller, Manuel Vázquez Montalbán, Monte Hellman y el propio Ricardo Muñoz Suay.

El archivo no registra la respuesta de aquella carta a Borges, que, sin duda, protagonizó una de las notables ausencias de la primera edición del evento. Sin embargo, en medio de aquellos años convulsos y efervescentes del Festival, la actividad se potenció en su continuidad. De alguna manera, las bases del proyecto de encuentro y debate sobre literatura y cine, ese que Muñoz Suay imaginó en 1981, se consolidaron a lo largo del tiempo.