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La Transición en el Estado español fue un periodo de importantes cambios tanto en el espacio político como en el ámbito social y cultural. Como no podía ser de otra manera, el Festival de San Sebastián, que nació en 1953, también experimentó algunas transformaciones durante esta época. Esta ola renovadora llega al certamen donostiarra en 1976 y se materializa en forma de nuevas secciones, actividades y propuestas.
En 1978, fruto de estos cambios, se crea la sección «Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres«. Fueron las integrantes de la Asamblea de Mujeres de San Sebastián quienes propusieron y organizaron la sección.[1] Aunque la mayoría de las componentes de la asamblea no eran especialistas en cine feminista, tenían un gran interés en difundir sus ideales, que veían reflejados en películas que en algunos casos solo conocían a través de revistas especializadas. Con el objetivo de organizar una sección de cine que hiciera posible socializar su agenda feminista, comenzaron a establecer contactos con mujeres activas en el ámbito cinematográfico en otros países y formaron una red que les ayudó a conformar la programación en base a sus intereses e inquietudes. El Festival de San Sebastián recogió la propuesta y les brindó su apoyo. La sección la conformaron 25 películas realizadas entre los años sesenta y setenta de cineastas como Chantal Akerman, Cecilia Bartolomé, Giuliana Berlinguer, Anja Breien, Liliana Cavani, Věra Chytilová, Liliane de Kermadec, Paula Delsol, Marguerite Duras, Giovanna Gagliardo, Nelly Kaplan, Gunnel Lindblom, Mirentxu Loyarte, Márta Mészáros, Pilar Miró, Yuli Raizman, Marie-Geneviève Ripeau, Helke Sander, Coline Serreau, Larisa Shepitko, Helena Solberg-Ladd y Agnès Varda, algunas de las cuales estuvieron presentes en San Sebsatián durante el certamen. Además de las proyecciones el ciclo contó con otras actividades como charlas, encuentros y debates. Algunas de estas propuestas que acompañaron a la sección de cine feminista y otras, como la creación de una guardería, resultaron ser una novedad para el festival. La mayoría de las proyecciones tuvieron lugar en los Cines Savoy, situados en el barrio donostiarra de Gros, hoy desaparecidos.
Conocer qué recepción tuvo el Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres en la prensa de 1978 nos permite contextualizar la acogida y las reacciones que esta sección obtuvo.[2] En el examen del fondo de prensa del archivo del Festival de San Sebastián que se ha realizado se han estudiado los medios locales y las ediciones vascas de medios estatales que se hacen eco de esta nueva sección, como Deia, Egin, El Diario Vasco, La Gaceta del Norte, La voz de España y Unidad. En el ámbito estatal nos encontramos con Ajoblanco, Avui, Blanco y negro, Boletín del Secretariado Nacional de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social, Cambio 16, Chiss, Cinema 2002, Diario 16, El Alcázar, El Diario de León, Fotogramas, La Calle, La Hoja del Lunes, La Vanguardia, La voz de Galicia, Nuevo LP, Pantallas y Espectáculos, Reseña, Sábado Gráfico, Triunfo, Vida nueva, Ya y Yes. Por último, en el archivo del festival figuran reseñas de medios internacionales como ANSA (Agenzia Nazionale Stampa Associata), Clarín, Corriere della Sera, Der Tagesspiegel, Film Français, Film, Frankfurt Aligemeine Zeitung, Il Mattino, Il tempo, Jeune Cinema, La Depeche du Midi, L’unità, Pese Sera, Screen International, The Sunday Times y Variety, que también se han examinado. Es cierto que la repercusión que el ciclo tuvo en los medios fue mayor en el ámbito local, pero el seguimiento que obtuvo en periódicos y revistas estatales e internacionales es destacable. Tanto prensa especializada en cine como prensa generalista informaron sobre la sección a través de artículos sobre su programación, noticias, entrevistas, columnas de opinión e imágenes.
La edición del Festival de San Sebastián de 1978 fue muy criticada por los medios acreditados. La selección de películas no gustó, pero el programa de cine feminista obtuvo, en gran parte, valoraciones positivas. De hecho, en el marco de artículos muy críticos con otros apartados del festival, encontramos algunas líneas dedicadas a poner en valor esta sección, subrayando su buena organización. A la hora de hacer balance del certamen la prensa especializada se fijó, sobre todo, en fallos técnicos ocurridos durante las proyecciones, y criticó la programación de algunas películas por haberse proyectado en otros festivales ese mismo año, así como el exceso de secciones paralelas. Es el caso de Pantallas y Espectáculos, publicación en la que Pascual Cebollada, un célebre crítico próximo al régimen, se expresó de esta forma:
Mayoría de malas películas en las secciones importantes, demasiados títulos en el programa, que no estaba bien articulado; organización deficiente, fallo de relaciones públicas, mercado sin operaciones, discriminación de la prensa, que ha participado mucho menos que otros años; escasez de figuras…, incluso en lo que parece que ha salido mejor, el ciclo de cine dirigido por mujeres, ha habido fallos.[3]
Otras publicaciones especializadas, como Fotogramas, elogiaron la organización del Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres. Maruja Torres, una de las periodistas que cubrió la sección en esta revista, recalcó lo siguiente:
La mejor sección del Festival, al menos la mejor organizada, ha sido la del Cine Realizado por Mujeres. Y es que no lo ha llevado el trío infernal, sino las feministas, que se han volcado para que lo suyo complaciera. Lo han conseguido.[4]
Algunos medios cuestionaron la idea de crear una sección de cine feminista y pusieron en duda que existieran otros ciclos de mujeres en festivales internacionales. En ese sentido, el debate público se centró en los pros y contras de la existencia de un ciclo específico de películas dirigidas por mujeres. Algunas de las críticas dirigidas a la sección fueron especialmente insolentes, como esta publicada en la revista mensual Cinema 2002:
Uno, que es más femenino que feminista, no acaba de entender muy bien estas películas en las que la mujer se erige en el ombligo del mundo, en las que es fuente y objeto a la vez. El cine feminista es una etiqueta, una especie de cinturón de castidad que va a relegar su condición a una prehistoria cinematográfica de la que con el tiempo va a resultar complicado sustraerse. Uno, que prefiere las mujeres hawksianas a las de la toma de poder, no termina de comprender muy bien este complejo de inferioridad que se respira en la mayor parte de las películas realizadas por mujeres y que se traduce en un maniqueísmo en el que el hombre es malo y ellas las desgraciadas, en el que el hombre es el lobo y ellas las Caperucitas. Pero resulta que no, que no desean acostarse con los lobos esteparios, sino con los lobos de anchos bíceps, macizos pectorales y descomunales colas.[5]
Este es un ejemplo que pone de manifiesto el poder del crítico hombre, cuyo discurso se ve autorizado por su difusión en los medios de comunicación de una sociedad que amparaba este tipo de pensamientos. Es patente la percepción del feminismo como una amenaza para una serie de privilegios adquiridos y como, en consecuencia, se trata de un movimiento que debe ser desacreditado e incluso ridiculizado, tal y como ocurre en otras publicaciones que se refieren a este tipo de activismo.[6] Eso sin olvidar la retórica sexual que se emplea en casos como este, que ofrece una imagen muy concreta de las relaciones entre géneros.
Muchos de los textos publicados en la prensa expresaban, a su vez, una mirada androcéntrica, es decir, una visión centrada en el punto de vista masculino. Uno de los tics más comunes consistía en acompañar el nombre de las realizadoras por los de sus respectivas parejas, sugiriendo de ese modo que la importancia de sus carreras como cineastas se vinculaba al reconocimiento que obtenían de su relación sentimental, restando méritos a las directoras. Los patrones eran diversos: desde mencionar a una realizadora como «la esposa de» hasta preguntar a las cineastas al entrevistarlas si «sus maridos» les habían influido. Esto se puede ver reflejado en este mismo reportaje, que también recoge palabras de Márta Mészáros en la presentación de sus películas.[7] En esta rueda de prensa se le pregunta a la realizadora húngara qué peso había tenido en su carrera «su marido» [Miklós Jancsó] a lo que Mészáros responde: «a él le interesa el estilo simbólico, político, mientras que en el centro de mis historias están antes que nada el hombre y sus actitudes».[8]
Por otro lado, si exploramos de forma breve las tendencias editoriales de algunos de los medios que cubrieron el Ciclo de Cine de Mujeres —y teniendo en cuenta que no siempre resulta sencillo ubicar los periódicos y a sus periodistas en una u otra tendencia ideológica debido a las confluencias propias de la Transición— observamos que los periódicos conservadores hacen referencia a la sección de cine feminista sin entrar en demasiados detalles.
No obstante, de forma sorprendente, medios como La Voz de España, de origen franquista, entrevistan a algunas de las realizadoras del ciclo como Cecilia Bartolomé, una de las tres primeras mujeres diplomadas como directoras en el Estado español.[9] La entrevista, realizada por la periodista Almudena Santos, formula preguntas centradas en el rol de las mujeres como directoras de cine y en la celebración de espacios de exhibición feminista como este ciclo:
Almudena Santos [AS]: ¿Cuántas mujeres hay en España que se dediquen a realizar cine?
Cecilia Bartolomé [CB]: No lo sé, porque hay películas hechas por mujeres que no se distribuyen por los canales habituales. Ahí entran las multinacionales que las exhiben comercialmente. En otros canales marginales, hay muchas que no son conocidas y su obra se distribuye por Asociaciones de Vecinos, barrios, etc. Por eso no es posible dar un número, ni siquiera aproximado.
AS: ¿Qué opinión te merece la sección Cine realizado por mujeres?
CB: Me parece muy interesante por un lado, pero por otro creo que supone una cierta marginación, porque, por ejemplo Vámonos, Bárbaradebería de exhibirse en Nuevos Creadores, puesto que es mi primer largo. También creo que las secciones de Nuevos Creadores, Expresión de la cultura de las nacionalidades, junto con Cine realizado por mujeres, están un tanto marginadas por los medios de comunicación. Por lo que supone de encuentro, de conocer lo que se está haciendo en cine por las mujeres, tanto en España como en el extranjero, me parece muy positivo.[10]
Es evidente la intención de esta pieza de elogiar la sección de cine feminista, tanto por el hecho de generar un espacio en el que las cineastas se podían relacionar y encontrar, como por ser el único lugar en el que algunas de estas realizadoras podían exhibir sus trabajos.
Otros medios de origen conservador como El Diario Vasco publicaron informaciones que se podrían considerar opuestas en base a la línea editorial del periódico. El 10 de septiembre de 1978 el diario publica una noticia que da cuenta de una forma minuciosa y con un lenguaje periodístico neutro de la rueda de prensa en la que la Asamblea de Mujeres de San Sebsatián presenta el ciclo.[11] No obstante, cinco días más tarde, el periódico se mofa y trata de dar lecciones a las cineastas del ciclo con el artículo «A la rueda, rueda» del crítico de cine Alfonso Sánchez:
Bla, bla, bla, lo que hablan las mujeres. Las mujeres no tienen que hacer éste o aquél cine, sino buen cine. […] Cecilia Bartolomé, ingenua chiquilla, asegura: «En España todavía es exótico que una mujer dirija cine». Pues tiempo han tenido para acostumbrarse. Ya en 1931, una mujer, Rosario Pí, realizó una película: El gato montés.[12]
También hubo medios enmarcados en una tendencia de pensamiento progresista que cubrieron la sección de cine feminista del Festival de San Sebastián. Un buen ejemplo es Diario 16, un símbolo de la Transición, en el que la periodista Sol Fuertes se dedicó a dar cobertura al ciclo con apartados titulados como «un ‘ghetto’ maravilloso», en respuesta a algunas de las acusaciones vertidas sobre el ciclo que hemos ido viendo.[13]
En cambio, medios de comunicación como Triunfo, una revista semanal contraria al régimen, no tuvo buenas palabras para la sección. En uno de los artículos dedicados a este espacio, Diego Galán señala que «cualquier clasificación en ciclos supone siempre un forzamiento para las películas».[14] Si bien la mayoría de los medios progresistas no se muestran contrarios a los ideales del feminismo, sí que critican la organización de la sección como un espacio de segregación, sin tener en cuenta que, de otra forma, las realizadoras que formaron parte del ciclo no habrían podido mostrar sus trabajos en el Festival de San Sebastián.
En el caso del periódico vinculado a la izquierda abertzale Egin, como sucede en la prensa conservadora, se pueden encontrar artículos que retratan la sección de cine feminista tanto desde una perspectiva positiva como negativa. En la mayoría de las ocasiones en las que hizo referencia a este encuentro, Egin se mostró a favor de su creación y no abundó en las acusaciones negativas acerca del movimiento feminista. Este periódico también publica la respuesta del festival a las críticas anteriormente mencionadas:
El cine de mujeres fue este año para muchos, un tema obligado de ataque. Una gran mayoría calificó la idea de separatista, ghetto, círculo cerrado y de absolutamente absurda. Para otros la decisión del apartado del cine de mujeres, era perfectamente comprensible y no tenía nada que extrañar, ya que si se aceptaban sin ningún tipo de problemas otra serie de apartados, también era del todo normal que existiera el dedicado a las mujeres directoras. [El Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres] interesó y el público acudió a los largometrajes y a las ruedas de prensa programadas […] las mujeres metidas en el mundo del cine explicaron su postura sobre el cine en general y expusieron distintos enfoques que podían tener los problemas específicos de la mujer. Por tanto el cine de mujeres, que en un principio pareció molestar a tantos, se quedó en un apartado digno como otro cualquiera, con unos específicos y unos problemas concretos.[15]
Frente a las críticas, Egin también recogió la defensa que el propio festival hizo de la sección de cine dirigido por mujeres. En una rueda de prensa, Mariano Larrandia explicó que se trataba de un ciclo «solicitado precisamente por un grupo de mujeres donostiarras […] y que muchos Festivales Internacionales incluían dicho ciclo en sus programaciones».[16]
Para finalizar, podemos asegurar que el Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres fue una iniciativa transgresora, una consecuencia de los cambios sociales y políticos de la época. Entender las reacciones que se reflejaron en la prensa nos sirve también para interpretar la sociedad del momento y la agitación del periodo que se estaba viviendo. Las valoraciones de los medios respecto al ciclo feminista fueron de tres tipologías: los que se mostraron en contra de la sección, aquellos que consideraban interesante el cine hecho por mujeres pero que valoraron el ciclo como un espacio discriminatorio, y los que defendieron la sección como un espacio necesario y le brindaron todo su apoyo. De una manera quizá sorprendente, tanto periódicos conservadores como progresistas se manifestaron en estas tres líneas. No existió, como cabría esperar, un posicionamiento ideológico claro en función de la tendencia de cada medio, sino más bien una mezcla de ideas como consecuencia del clima aperturista y de ruptura del que hablábamos.
Al año siguiente, en 1979, la Asamblea de Mujeres de Sans Sebastián propuso seguir con el ciclo, pero el Festival de San Sebastián alegó no tener fondos. Es probable que el hecho de no dar continuidad a esta sección propiciara su olvido, a pesar de tratarse de la primera exhibición feminista pública y de carácter institucional postdictadura tanto en Euskadi como en el Estado español, y de su importante cobertura mediática.
Con el Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres, la Asamblea de Mujeres de San Sebastián contribuyó a la divulgación del feminismo a través del cine y se acercó a un público que no había podido tener acceso a este tipo de expresiones culturales de carácter feminista. Este es un ejemplo del papel que desempeña la cultura como poder político, ya que el ciclo puso sobre la mesa temas que empezaban a debatirse en sociedad como el derecho al aborto, al divorcio o al trabajo y, evidentemente, el rol que debería tener la mujer tanto dentro como fuera de la pantalla.
Devolver a primer plano esta poco conocida experiencia es la forma de contrarrestar la invisibilización que esta y otras prácticas artísticas feministas han sufrido durante mucho tiempo en el campo de la cultura y el fílmico en particular. Confiamos en que este sea un paso más en la recuperación y puesta en valor de este proyecto pionero.
[1] Las militantes feministas que fundaron en 1977 la Asamblea de Mujeres de Donostia estaban vinculadas a la izquierda antifranquista y participaban también en otras agrupaciones como las asociaciones de vecinos, espacios muy relevantes durante la Transición. Es imprescindible el libro que han publicado sobre su participación en el movimiento feminista: Carmen Diez Mintegui, Miren Garmendia Etchenique y Begoña Gorospe Pascual. Crónica de los primeros años del movimiento feminista en Donostia (1976-1982) (Donostia: Auto-ed., 2022).
[2] Esta investigación empezó en 2018, cuando la autora cursaba el Máster Propio en Comisariado Fílmico y Audiovisual en Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE) y se incorporó al primer equipo del grupo de investigación Zinemaldia 70: todas las historias posibles. Como resultado del estudio del archivo de prensa del certamen, la investigadora presentó una primera aproximación al Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres en su trabajo final del Máster Universitario en Comunicación Social de la Universidad del País Vasco: Neus Sabaté-Barrieras, «De la asamblea a la pantalla: un acercamiento al primer Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres del Festival de San Sebastián de 1978» (Trabajo de fin de máster, Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea, 2021). Actualmente la autora sigue trabajando en esta investigación financiada por AGAUR (2022 FI_B 00131) en el Departamento de Estudios de Comunicación de la Universitat Rovira i Virgili.
[3] Pascual Cebollada, «La concha de oro, para la película norteamericana ‘El Alambrista’ de Robert Young», Pantallas y Espectáculos, agosto-septiembre-octubre de 1978.
[4] Maruja Torres, «San Sebastián 78: Un sabor a ceniza», Fotogramas, 29 de septiembre de 1978. La periodista nombra al «trío infernal», haciendo referencia a los tres directores del Comité de Selección del festival: Néstor Basterretxea, Rafael Modrego y Mariano Larrandia.
[5] Manuel Hidalgo y Juan Hernández Les, «El segundo año de la Transición», Cinema 2002, noviembre de 1978.
[6] Ainara Larrondo, «La representación pública del movimiento de liberación de la mujer en la prensa diaria española (1975-1979)». Historia Contemporánea, nº 39 (2010): 627-655.
[7] Aparte de exhibir dos largometrajes en el Ciclo de Cine Dirigido por Mujeres, Márta Mészáros también compitió en la Sección Oficial con la película Olyan mint otthon/ Como en casa (1978), con la que resultó ganadora de la Concha de Plata.
[8] Cit. en Manuel Hidalgo y Juan Hernández Les, «El segundo año», Cinema 2002, noviembre de 1978.
[9] Cecilia Bartolomé, Pilar Miró y Josefina Molina fueron las tres primeras mujeres diplomadas en dirección por la Escuela Oficial de Cinematografía. Para ampliar información sobre esta institución se recomienda el artículo de Sonia García López, «Miradas invisibles: mujeres en la Escuela Oficial de Cinematografía, 1947-1976». Journal of Spanish Cultural Studies, 22.3 (2021): 311-329, y la publicación de Luis Deltell Escolar, «La mujer como sujeto: Josefina Molina en la escuela oficial de cine». UNED Revista Signa, nº 24 (2015): 293-306.
[10] Almudena Santos, «Cecilia Bartolomé: ‘En España todavía es exótico que una mujer dirija cine'», La voz de España, 14 de septiembre de 1978.
[11] «Cine realizado por mujeres. Se desea ofrecer traducción simultánea», El Diario Vasco, 10 de septiembre de 1978.
[12] Alfonso Sánchez, «A la rueda, rueda», El Diario Vasco, 15 de septiembre de 1978.
[13] Sol Fuertes, «Cecilia Bartolomé: ‘Tengo obsesión por la lógica'», Diario 16, 31 de octubre de 1978.
[14] Diego Galán, «Un festival discutido», Triunfo, 23 de septiembre de 1978. Diego Galán fue, a posteriori, director del Festival de San Sebastián, cargo que ostentó entre 1986-1989 y en 1995-2000.
[15] Asun Idoate y Iosu Sanz, «Preocupa el próximo Festival de San Sebastián», Egin, 22 de septiembre de 1978.
[16] «Ayer tuvo lugar una rueda de prensa del Comité Rector del Festival de Cine», Egin, 7 de septiembre de 1978. Tal y como se ha visto anteriormente, Mariano Larrandia en ese momento era uno de los tres directores del Comité de Selección del Festival de San Sebastián. Analizando estas declaraciones se observa que el festival era conocedor de la existencia de otros espacios de programación feminista en el ámbito internacional.